Mi sitio web

Si amas la música, visita mi sitio web. Toda mi música gratis para ti.
http://www.venusreyjr.com

martes, 5 de marzo de 2013

El Sexo como vehículo hacia la Divinidad


El Evangelio de Felipe, los Valentinanos, los Marcosianos y... mucho, mucho Sexo

Cartel publicitario de Benetton

En el siglo II d.C. Valentiniano fundó un movimiento gnóstico que ha sobrevivido hasta hoy. Basado probablemente en el apócrifo Evangelio de Felipe, los valentinianos instituyeron un sacramento que horrorizó (y hasta la fecha horroriza) a algunos cristianos: el Sacramento de la Cámara Nupcial, que simbolizaba la unión entre Cristo y las almas caídas. Con esta unión, el alma caída es finalmente redimida.

Si bien el Evangelio de Felipe utiliza un lenguaje sexual para explicar esta unión (de ahí la “cámara nupcial”), en realidad, al menos para los valentinianos, era una metáfora (que de algún modo se conserva en el catolicismo, en donde se concibe a Cristo como el esposo y a la Iglesia como la esposa). Pero poco más tarde, Marcos, discípulo de Valentiniano, se lo tomó más literal. Surgió así un movimiento gnóstico que instituyó, si damos crédito a San Ireneo, una práctica sexual ritual elevada al rango de sacramento. Una cosa es la metáfora, y otra muy distinta el sexo en vivo. Sin embargo, la intención –si quieren ustedes, ingenua o desatinada– de Marcos, era lograr una unión sagrada, un abrazo espiritual que se basara, no en la concupiscencia ni en la lujuria, sino en el espíritu; una total fusión espiritual del hombre y la mujer, de donde surgiría la “chispa divina” a partir del cual serían concebidos niños con potencial espiritual. Veamos lo que dice el Evangelio de Felipe:

"Hubo dos árboles en el Paraíso: uno producía bestias, el otro hombres. Adán comió del árbol que producía bestias y, convertido en bestia, procreó bestias. Todo aquel que practique el abrazo sagrado encenderá la luz; no concebirá como la gente concibe en el matrimonio ordinario, que tiene lugar en la oscuridad."

Quizá para el católico ortodoxo este párrafo sea una aberración, pero hay que recordar que también el sacramento cristiano del matrimonio santifica la unión del hombre y la mujer, así que, en ese sentido, ambos sacramentos miran, cada uno a su manera, hacia el mismo horizonte.


Pero volvamos al punto en el que estábamos. Ni a san Ireneo (“Adversus haereses”) ni a San Hipólito (“Philosophumena”) les pareció adecuada semejante metáfora sexual, y menos aún los supuestos rituales. Y como estos dos apologistas cristianos fueron casi la única fuente para conocer los escritos gnósticos –hasta el descubrimiento de los rollos de Qumrán, en 1947, en donde se pudo conocer directamente la literatura apócrifa), resulta claro por qué, desde un principio, tanto valentinianos como marcosianos fueron borrados del mapa. Se decía de ellos que seducían a mujeres de la alta sociedad para saquearlas y rebajarlas a esclavas sexuales, cosa que, hemos de reconocer, no ha sido exclusiva de estos movimientos. Así que desde aquellos lejanos siglos estas doctrinas han sido consideradas heréticas por la Iglesia, y, por tanto, han sido combatidas, incluso ahora, toda vez que han resurgido en el movimiento New Age y se han fusionado con doctrinas tántricas. Después de todo, habría que reflexionar si de verdad el sexo como vehículo a la divinidad es tan aberrante como la ortodoxia supone.



El complicadísimo sistema de las valentinianos y los marcosianos, y la innegable connotación sexual, metafórica o real, me inspiraron el relato “El semen de la luz”, que aparece en “Sexo Bíblico Volumen 1” que pueden adquirir en amazon: Sexo Bíblico Vol 1 en Amazon.com ). He aquí un breve fragmento:

¡Yahvé es Lucifer!, exclamó mientras prendía a Alma y le inoculaba saliva. Luego pasó la mano por su rostro. La mujer siguió aquellos dedos largos, huesudos, y sintió una pesadez en los párpados. Se sentó. Simón se postró junto a ella y le pidió que recordara sus anteriores existencias. Alma se tendió y cerró los ojos. Lentamente perdió la voluntad y, no obstante, adquirió una inusitada lucidez. Comenzaron las visiones. Simón le desabrochó la blusa y le besó los pechos. Alma jadeó. Las aberturas de su cuerpo estaban listas para el amor… 
-¡Profetiza! -ordenó Simón-. ¡Abre la boca, habla y vence las barreras del tiempo! El tiempo se ha convertido en un instante, es un eterno presente que puede ser captado por ti en un solo acto. ¡Profetiza! Abre la boca, emite las palabras de la verdad, recuerda el momento cuando fuiste engendrada por el Nous. 
-Sí, el Nous.Alma no estaba hipnotizada. Estaba bien despierta y recordaba sus orígenes (los orígenes). Permaneció con los ojos cerrados. Su rostro adoptó un tono demoníaco y excitante. El delirio la hacía padecer espasmos. 
Los dedos de Simónrecorrieron aquella piel inmaculada.No hubo valle ni montículoque, después de tan sublime recorrido,permaneciera ignoto.Los dedos de Simón, fríos y punzantes,se detuvieron alrededor de los puntos sublimesy los exploraron con la fascinaciónde quien está ante el umbral de un gran misterio.Los dedos de Simón, largos y penetrantes,presionaron los puntos sublimes.Los dedos de Simón, filosos y delirantes,suscitaron reacciones en cada átomo de Alma.Los perfumes que la mujer despidióde todas sus sagradas aberturas, maná supremo,fueron manifestación de su propia divinidad.

Reciban todos un abrazo Espiritual y Cósmico.
Venus ReX