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lunes, 31 de enero de 2011

Niebla. Mood poético en esta última noche de enero.


Este es un viejo poema, de mis veintitantos. Queda muy bien para la última noche de enero. Saludos.


Niebla 

La niebla es espesa y húmeda.
Se escurre como agua helada
sobre las calles de una ciudad
que ya no duerme.
Entre las tinieblas
se pierden las miradas
de los animales presos,
hasta que los ojos se cierran
en la noche.
La respiración se agota
entre sollozos amargos que laceran...
El corazón palpita desbordado
las últimas gotas de su sangre...
La niebla lo cubre todo,
es espíritu infinito.
Recoge el alma con un soplo
que la funde en la humedad gris
de la eternidad inalcanzable...

Ilustro este poema con esta magnífica foto de la artista ukraniana Brusnika. http://brusnika-girl.deviantart.com/art/horror-nude-girl-120199443


No. 46 Meditaciones sobre la Historia de Italia. Fe, razón y un poco de erotismo, italian style.

Título: Meditaciones sobre la Historia de Italia.
Autor: Franceso Hayez (italiano, 1791-1881)
Fecha de composición: circa 1850.
Dimensiones: 90 x 70 cm.
Lugar de residencia: Italia, colección privada.



Estimados amigos:


Hegel
Hoy quiero compartir con ustedes una obra del pintor italiano Francesco Hayez: Meditaciones sobre la Historia de Italia, realizada alrededor de 1850. La obra en sí misma es bella y provocativa, para no hablar de voluptuosidades y cosas similares; pero lo que me asombra es la forma en que muestra una doctrina filosófica: el historicismo hegeliano.

Aunque muchos de mis amigos son filósofos profesionales, otros muchos no lo son, de manera que convendría decir unas pocas palabras al respecto: concibamos al “espíritu universal” como el héroe de una novela romántica (ver la explicación de Dietrich Schwanitz, La Cultura, Taurus, Madrid, 2002, páginas 160 y 161). El héroe está lleno de contradicciones, y al principio ni siquiera es capaz de entenderse a sí mismo; digamos que no posee autoconciencia. Pero en la medida que la novela avanza (y aquí la novela es la Historia Universal), el héroe va superando sus contradicciones y alcanza una mejor auto-comprensión. Digamos que disuelve las contradicciones hasta lograr la autoconciencia total: tesis, antítesis y síntesis. En una visión tal, el Espíritu Universal, que toma conciencia de sí mismo y se despliega en la Historia, alcanza grados más sublimes de perfección, hasta que en un momento dado logra llegar a la síntesis última. Grosso modo, esta es la visión romántica de la Historia: las cosas no van tan bien como quisiéramos, pero cada vez irán mejor: ¡la historia nos conduce a la salvación!

¿Qué tiene que ver todo esto con un pintor italiano poco conocido? Observen el cuadro: una mujer sentada muestra su seno desnudo; en la mano izquierda sostiene un cruz y en la derecha un libro: Historia de Italia (hagan zoom-in en el libro y verán). De entrada, sin ahondar en simbolismos, el cuadro es tan provocativo que incluso llegaría a ser, para ciertos sectores, hasta irreverente, ofensivo y blasfemo (algo así como el Padre Amaro): ¡un pecho desnudo cerca de la cruz! ¡Una muchacha tan bella que haría pecar a un santo! Las cosas no son tan graves como parecen. El seno desnudo es símbolo de Verdad, la cruz simboliza la Religión, y el libro simboliza la Historia. No es otra cosa que el conocido triángulo amoroso: verdad, fe y razón. Veamos las posibles interpretaciones:

Primera: En el estilo hegeliano diríamos que el espíritu universal está a punto de alcanzar la síntesis última (¡vaya síntesis!), luego que dejó atrás los prejuicios religiosos. ¡Parece que la cruz se le va a caer a la chica de las manos! A fin de cuentas, la Historia deviene mesiánica, a pesar de que la razón se opone a la fe. ¡Vaya paradoja!

Segunda: Un poco naive: La historia de Italia no podría entenderse sin la religión católica; lo cual desde luego es cierto. Italia es la tierra de los papas, y éstos son amigos –y en ocasiones amantes– de la verdad.

Agreguemos algunas más (Rauch, Alexander, La pintura Europea entre dos revoluciones, en Neoclasicismo y Romanticismo, Könemann, páginas 418-419): “¿Opone Hayez en este cuadro la verdad a la fe o sitúa la historia entre la fe y la verdad? ¿Presenta el pecho semidesnudo porque el hombre sólo es capaz de captar a medias la verdad entre la ciencia y la fe? [...] ¿Expresa su mirada -un tanto estrábica, diría yo- la dificultad de decidir entre la fe y el conocimiento, entre la religión y la ciencia? ¿No es incluso una alegoría de la Italia del siglo XIX?”

Vean el cuadro y díganme con cuál se quedan ustedes. Yo me quedo con la chica.

Reciban todos un fuerte abrazo.
Y no se olviden, amigos míos, amantes del vino y las cosas buenas, de ir al Barcelona, en Michoacán 151, Condesa.
Venus ReX


martes, 25 de enero de 2011

No. 45 Esperanza Frustrada. Un Dios que no se conmueve ante las oraciones. Friedrich.

Título: Mar Glacial o Esperanza Frustrada.
Autor: Caspar David Friedrich (alemán, 1774-1840).
Fecha de composición: 1824.
Dimensiones: 96.7 x 126.9 cm
Residencia: Kunsthalle, Hamburgo.

Queridos amigos:

Desde épocas inmemoriales el barco ha sido considerado como uno de los símbolos de la vida. En este cuadro de Friedrich (1774-1840), tal vez su obra más famosa, vemos el pesimismo del romanticismo: el hombre indefenso ante las fuerzas naturales, un mundo que ha abandonado la esperanza, un Dios que no se conmueve ante las oraciones, el hombre impotente ante la muerte; “El audaz intento del hombre por superar los límites del espacio vital que le ha sido asignado concluyó en el ámbito de la muerte” (Alexander Rauch, La Pintura Europea entre dos Revoluciones, en Neoclasicismo y Romanticismo, Könemann, Colonia, 2000).

El Mar Glacial, también conocido como Esperanza Frustrada, pintado en 1824, nos muestra la reacción romántica en contra del iluminismo. La Ilustración del XVIII confió ciegamente en la razón y la deificó. Pero aquí vemos a la razón y al hombre despedazados por la naturaleza. ¡Vaya forma de poner al hombre en su lugar!

Ojalá disfruten esta espléndida obra. No dejen de ir a mi Bar. Saludos.

VENUS ReX

lunes, 17 de enero de 2011

No. 44 Saturno devorando a sus hijos. Goya.

Título: Saturno devorando a su hijo.
Fecha de composición: 1820.
Pintor: Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828).
Medidas: 146 x 83 cm.
Residencia: Museo del Prado, Madrid.


Estimados amigos:

Las “pinturas negras” tal vez sean las obras más geniales de Goya. Estas obras también son conocidas como las pinturas de la “Quinta del Sordo” (no confundir con la Quinta Sinfonía de Beethoven, que a fin de cuentas también es la “Quinta del Sordo”), porque, como ustedes sabrán, Goya padeció sordera, además de haber comprado una quinta de descanso a las afueras de Madrid, justo a orillas del Manzanares.

Beethoven
Goya


Pues bien, en esta quinta había dos grandes salas (recordemos que nuestro pintor fue un hombre rico –el arte ya dejaba lo suyo, y lo mismo puede decirse de Beethoven) que fueron decoradas con las famosas “pinturas negras”, catorce en total, fruto del extraño y perverso amalgamiento de locura y genialidad. Ahora les presento el Saturno devorando a su hijo, remembranza del horror arcaico.

El mito dice que Saturno (en griego Crono) castró a su padre, Urano. Temeroso Crono de que a él pudiera ocurrirle algo semejante, devoraba a sus hijos en cuanto nacían. Horrible suerte sufrieron Hestia, Deméter, Hera, Hades y Poseidón. La madre Rea, cansada de su marido (quien además era su hermano), decidió salvar al nuevo bebé, ni más ni menos que el poderoso Zeus. Ofreció, pues, una piedra al terrible Cronos y éste la devoró pensando que se trataba de su hijo. Zeus fue ocultado y protegido, y con el tiempo creció y se hizo fuerte, hasta que llegó el día de la venganza. Después de beber una pócima, Crono vomitó ilesos a sus hijos. Hubo una guerra, y Zeus, victorioso, instauró el nuevo orden universal.

No hay que extrañarse de Freud cuando nos brinda horrendas explicaciones sobre el origen de la religión, teniendo en cuenta que analizaba y estudiaba estos mitos. Por su parte, Goya nos muestra ese lado oscuro de una humanidad que, para nuestra sorpresa, no ha cambiado mucho desde los viejos tiempos. Los monstruos nunca desaparecen.

Grabado de Goya
¿Qué significa este cuadro? ¿Una alusión a la Inquisición? ¿Un crítica del absolutismo? ¿La razón devorado a sus hijos? Porque en 1820, fecha de composición de esta obra, Fernando VII (el peor rey que ha tenido España) ya estaba en el trono, y con él de vuelta el Absolutismo y la Inquisición. El sueño del iluminismo terminó devorando a sus propios hijos, a través de la guillotina. Goya nos muestra que la razón crea monstruos.

Espero que disfruten esta genial obra. Otro día diré algunas palabras sobre los paralelismos entre Goya y Beethoven, quienes, por cierto, fueron contemporáneos, aunque nunca se conocieron. Pero esta es otra historia.

Reciban todos un saludo afectuoso.

VENUS ReX


lunes, 10 de enero de 2011

No. 43. Alegoría de la Lujuria. Cuadro explícito, pero moralizante. Bronzino.


Título: Alegoría de la Lujuria
Autor: Bronzino (italiano).
Fecha de composición: circa 1545.
Medidas: 146 x 116 cm.
Residencia: National Gallery, Londres.



Queridos amigos:

La Alegoría de la Lujuria (pintado hacia 1545) es un cuadro lleno de símbolos. El cuadro, cierto, es explícito, deja poco a la imaginación, pero pretende ser al mismo tiempo moralizante; no mera apología o exaltación del sexo.

En el cuadro, Venus y Cupido se besan e inician los preparativos del placer. La diosa tiene en la mano un fruto, representación de la tentación. Su cuerpo está relajado, es casi flotante; extraña languidez que anhela y se deja ir: la diosa está entregada. La contorsión de Cupido es bastante clara y no requiere ninguna palabra.




Veamos ahora los otros elementos: Un niño risueño, Placer, celebra la unión de los amantes y se dispone a cubrirlos con los pétalos que lleva en las manos. Atrás se encuentra una niña de rostro angelical y cuerpo de reptil (observen las escamas). En la mano derecha lleva un panal de miel que ofrece a los amantes (quienes, por lo demás, están tan estregados que ni la ven), mientras en la izquierda sostiene el aguijón de un alacrán. Este monstruo es la representación del Engaño.


Detrás de los amantes, del lado izquierdo, hay una figura que grita y que padece un terrible dolor. Se trata de Sufrimiento, que en este caso advierte al observador los peligros de las enfermedades venéreas (es decir, enfermedades de Venus). 



Las máscaras, debajo de Placer, son los rostros de una ninfa y de un sátiro, y representan el desenfreno (e incluso la violación), pues, como es sabido, los sátiros son depredadores sexuales y las ninfas generalmente son sus víctimas.

Por último, en la parte superior del cuadro vemos un anciano y una figura que sostiene en sus manos un velo azul. Se trata de Tiempo y Olvido. Hay que notar cómo Olvido intenta ocultar el acto, tarea que le impide Tiempo.


A fin de cuentas, el cuadro no es tan licencioso como se ha supuesto. Todo lo contrario. Bronzino (1503-1572), su autor, ha querido advertir al observador los peligros de la concupiscencia.

Reciban todos un cordial saludo.


Venus ReX

martes, 4 de enero de 2011

No. 42 Hacer el amor agota a los hombres, pero refresca a las mujeres. Erotismo renacentista.


Autor: Sandro Botticelli
Nacionalidad: Italiano
Fecha de composición: 1483
Dimensiones: 173cm x 69cm
Sede: National Gallery, London

Estimados amigos:

Venus y Marte es la obra que ahora les presento. Su autor es un viejo conocido nuestro: Sandro Botticelli, y esta pieza fue realizada alrededor del año 1483. Se trata de una alegoría mitológica cuyo indiscreto tema sirve para celebrar bodas. En efecto, todo parece indicar que esta obra se pintó como presente de una boda; de ahí su deliciosa picardía y sus connotaciones eróticas.



El cuadro muestra a Venus, la diosa del amor, y a Marte, el dios de la guerra, luego de haber compartido los placeres del lecho. Ella está despierta y observa al amado con cierta serenidad. Él, por su parte, está exhausto, como muerto, tanto que ni las travesuras de los sátiros (uno de ellos sopla el caracol en la oreja del dios) ni las avispas que vuelan alrededor de su cabeza son capaces de interrumpir el dulce sueño. Dicen por ahí que “hacer el amor agota a los hombres pero refresca a las mujeres” (Erika Langmuir, a propósito de este cuadro, en Obras Maestras de la National Gallery, Londres, 2001). Cierto. Más aún, el amor todo lo conquista. El amor es más fuerte que la guerra.





Lo más sobresaliente del cuadro, lo que realmente es un derroche de belleza, es el rostro de la diosa. Algunos investigadores sospechan que se trata de Simonetta Cataneo, esposa de Marco Vespucci, amante de Giuliano de’Medici (hermano del mismísimo Lorenzo); y su constante aparición en obras de Botticelli ha hecho suponer a muchos que algún estrecho vínculo debió existir entre esta bellísima mujer y el gran pintor. Sea como fuere, lo cierto es que esta mujer se ha convertido en el prototipo de la belleza renacentista. Y no es para menos. Hagan zoom-in en el rostro de la diosa y compruébenlo ustedes mismos.





Ojalá disfruten este espléndido cuadro.

VENUS ReX